No hubo la fiesta ni el pasacalles, ni la alegría del año anterior, este año la fiesta estuvo bañada por el dolor, un dolor que tuvo su origen la noche anterior justamente en las proximidades de Santiago de Compostela, como lo reflejan las imágenes, donde se dirigían muchas personas precisamente a celebrar dicha fiesta.
En la recepción, se guardó un minuto de silencio, mientras que en la misa el silencio ocupó toda la homilía.
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